sábado, 29 de agosto de 2009

Corman + Poe + Price = gótico americano




Mea Culpa. En esas noches de cine en tevé, descubrí a Roger Corman y empecé a amar el cine B.






A hora que veo la nota de Jorge y el cuadro ·Enterrado Prematuro" (1854) tal vez inspirado en el cuento de Edgard Allan Poe, me acuerdo de las películas de Roger Corman.A principios de los '60 la American International Pictures quería competir con el éxito creciente de Hammer Films, fue así que contrató a Roger Corman para dirigir películas basadas en un relatos de Edgar Allan Poe. Roger Corman es un realizador americano que durante los años '50 escribía, dirigía y producía películas «clase B» sobre monstruos, chicas y bikini, y ciencia ficción. El sentía que esta temática ya estaba agotada y por eso decide incursionar en un nuevo terreno: El Tenebroso Horror Gótico. El resultado fue La Caída de la Casa Usher / La Pavorosa Casa Usher (The Fall of the House of Usher / House of Usher - 1960). Este originó una serie de films estrechamente emparentados, siempre basándose en relatos de Edgar Allan Poe.




Las historias se situaban en castillos viejos, tenebrosos y mazmorras con herrumbrosos implementos de tortura. Las actrices, Bárbara Steele, siempre tendían a quedar en gasas semi transparentes.Corman es un genio del bajo presupuesto.Filmaba en forma kamikaze, no desperdiciaba tomas. Los escenario eran casi siempre los mismos sets, solo que arreglados e iluminados de manera un poco diferentes. Según el mismo Corman: «...me servía de la niebla para disimular la ausencia del decorado, ya que en la mayor parte de los casos sólo teníamos detrás la pared del estudio». Usó la niebla para ocultar la pobreza del decorado.Gracias al uso del color, Corman acentuaba el sentido de ciertos detalles, logrando que sus films se vieran muy por encima del status «B». Las películas eran casi indistinguibles unas de otras. Sería por eso que uno sentía que las había visto una y otra vez. Por lo general los relatos de Poe fueron utilizados como base para crear otras historias que conservaban poco de la trama textual. El insuperable protagonista de casi toda la serie es Vincent Price como un noble paranoico, obsesionado por antiguas maldiciones familiares o la idea de ser enterrado vivo. (Las generaciones que sólo han conocido la tevé y el video clip lo reconocerían en la voz del narrador en el video Thriller de Michael Jackson.




Los más jóvenes lo recordarán como el creador del Joven Manos de Tijera en 1990.)Sus interpretaciones con Roger Corman lo hicieron Legendario. En House of Usher Vincent Price interpreta a un Roderick Usher canoso, supersensitivo y recluido en la Casa tras haber enterrado viva a su hermana. Para esta película Roger Corman compró un galpón para incendiarlo en la escena final. Esta escena fue utilizada en varias de las películas posteriores. En El Foso y el Péndulo (The Pit and the Pendulum - 1961) mostró a un noble español que se vuelve loco al creer que ha enterrado a su esposa con vida y toma la personalidad de su padre, un inquisidor. La esposa supuestamente muerta es personificada por Barbara Steele en su primer aparición en el cine americano.


Después, en 1962, Roger Corman se basó en cuatro relatos de Edgar Allan Poe (Morella, La Barrica de Amontillado, El Gato Negro y Los Hechos en el Caso del Sr. Valdemar), dando como resultado el film Historias de Terror / Destinos Fatales (Tales of Terror - 1962). La película está dividida en tres cuentos, cada uno de ellos presentado por la voz en off de Vincent Price. La historia es El Gato Negro (The Black Cat), que en realidad es la amalgama de dos cuentos: El Gato Negro y La Barrica de Amontillado. Comienza con un cómico concurso de catadores de vinos en el que compiten Fortunato (Vincent Price) y Montresor (Peter Lorre). Cuando Montresor descubre que Fortunato ha estado seduciendo a su esposa, los empareda en el sótano, sin notar que ha encerrado también al Gato Negro, quién será el encargado de vengar las muertes. Peter Lorre es el genial villano de “El Halcón Maltés”, que volvió a repetir textual su papel con Bogart en “Casablanca” (1940) y en Pasaje a Marsella” (1944)Peter Lorre, en su enésimo papel de villano, da vida al borracho protagonista de la historia, un ser intrínsecamente malvado y cruel, que maltrata a su esposa; el tratamiento distante y objetivo de la cámara no suaviza ni un ápice al personaje.


Y mientras Lorre carga con el personaje más desagradable –caracterización acentuada por su peculiar físico-, Corman permite a Price desmarcarse de los personajes torturados que venía interpretando para darse, y darnos, un festín de histrionismo refinado: ese Fortunato amanerado y seductor, un catador de vinos primoroso que encuentra un digno antagonista en Montresor. Es evidente que Price se lo pasa fenomenal con Fortunato –graciosísimo ese duelo de cata de vinos y el contraste, exagerado pero funcional, entre ambos personajes-.Por supuesto, la potencia del relato de Poe, la venganza cruel que encierra, nunca mejor dicho, “El barril de amontillado” (con el cual se fusiona el relato del título, y que recoge una de las obsesiones constantes de Poe: el enterramiento en vida) y de la presencia de lo sobrenatural en ese gato negro, excelentemente retratada por Corman, logran un excelente episodio central, humorístico y perfectamente medido, en la que el horror nos golpea cuando menos se espera.


Es un segmento largo, seis minutos.http://www.youtube.com/watch?v=vjmeAmKz0wMDe haber visto el duelo de actuaciones entre Peter Lorre y Vincent Price pasé a leer de nuevo los Cuentos de Terror de Poe. El relato de El Barril De Amontillado puede calificarse como uno de los relatos más macabros del genial escritor Edgard Allan Poe. Un relato en el que el tema de la venganza lleva al personaje a cometer un atroz asesinato en la persona de Fortunato. La venganza despiadada como elemento de un castigo implacable. Se dice únicamente que ha sido ofendido por Fortunato, no esclarece del todo los motivos que le llevan a cometer tal acto de venganza. Simplemente se limita a decirnos que ha sido insultado.


¿Justifica este insulto el crimen? El cuento es una confesión en el propio lecho de muerte. Montresor, no se encuentra sólo sino que se está dirigiendo a un grupo de oyentes que bien pudieran ser sus familiares o amigos. El cuento cierra con las palabras en latín ¡in pace requiescat! No está muy claro quien pude haberlas pronunciado. En un primer momento, llegaríamos a la conclusión de que ha sido el propio Montresor aludiendo a la muerte de Fortunato. ¿ Quién o quienes forman parte de su auditorio, del que nosotros formamos parte ? Poe siembra la duda en el lector acerca de quien es el artífice aquellas palabras, y si el personaje de Montresor ha fallecido tras haber hecho la confesión. Montressor conoce a Fortunato aunque no lo conozca a él. Si echamos un vistazo a la descripción que del propio Fortunato hace Monstresor vemos que su aspecto lo convierte en una presa fácil. Nos dice que había bebido bastante e iba vestido de bufón. Su aspecto es bastante cómico casi ridículo. Podemos imaginárnoslo como un hombre insignificante y débil del cual se va a aprovechar Montresor fácilmente. Sabe que Fortunato no se resistirá ante un amontillado y que no dude en ningún momento en seguir adelante a pesar de su resfriado. Es significativo también este asunto, pues Montresor le advierte de las condiciones húmedas en las que se encuentran la bodegas, y que perjudicarán en gran medida su estado físico. A Montresor no le importa que Fortunato puede pasarlo mal, como así sucederá en las bodegas, ya que a fin de cuentas va a matarlo. Es muy importante destacar los elementos que rodean al asesinato. En primer lugar los criados no estaban en casa. El propio Montresor se ha cuidado de que no hubiera testigos de su crimen. Los engaña diciéndoles que no volverá hasta el día siguiente. La descripción de las bodegas de la familia es sin duda el fiel reflejo de un lugar siniestro, húmedo, oscuro, sinuoso, cubierto de telarañas, huesos, etc.


El pobre Fortunato comienza a experimentar los primeros síntomas de la humedad de la bodega. Ello hace que Montresor vuelva a interpretar su papel de persona preocupada por la salud de su colega, aunque en el fondo sólo sirva de acicate al ego de Fortunato. Su sorna llega al punto de que cuando Fortunato le expresa su intención de seguir, pues la tos no va a matarlo, Montresor responde afirmativamente sabiendo de antemano que no será la tos, sino él quien pondrá fin a sus días.Montresor busca emborrachar por completo a su víctima. ¿Falta de seguridad en sí mismo?. Aquí el personaje nos ofrece un rasgo que no conocíamos hasta este momento: el miedo. Miedo al fracaso. Miedo a no poder llevar a acabo su venganza, y para ello se asegura de que Fortunato esté completamente borracho con el fin de poderlo manejar a su antojo llegado el momento.


Está tan borracho que no cae en la cuenta del mensaje de la divisa de los Montresor: “¡Memo me impune lacessit!". O lo que es lo mismo: “¡Nadie me hiere impunemente!”. Montresor se está dejando llevar por la máxima de su propia familia: la venganza.Llegamos al momento en el que ambos personajes penetran en una cripta donde todo está preparado. El propio Montresor se hace pasar por un masón mostrándole una paleta de albañil a Fortunato. Pero lo que no sabe éste es que esa paleta servirá para consumar el crimen.Poe vuelve a emplear elementos góticos para la descripción de la cripta: restos humanos apilados, oscuridad, profundidad de la misma, humedad. La presentación del lugar es acorde con la categoría del crimen.


La oscuridad resulta clave pues no le permite vislumbrar a Fortunato hacia donde se dirige ya que su tea se ha consumido casi por completo, algo en lo que ha reparado Montresor. Ello obliga al indefenso Fortunato a penetrar en la cripta sin vacilar pues es ahí donde se encuentra el supuesto barril de amontillado. Fortunato está tan borracho que no entiende que ocurre y se deja hacer. Es el momento deseado por su vengador para encadenarlo a la húmeda pared cubierta de salitre. La ironía de Montresor llega a su punto álgido cuando una vez encadenado Fortunato le pregunta si todavía quiere volver. Se está regocijando con su actuación. Tiene a su merced a su más acérrimo enemigo; el que le ha ofendido, no sabemos de qué manera, aunque a juzgar por el tipo de venganza ha debido ser bastante importante.


Poe nos relata como Montresor se pone a trabajar afanosamente en levantar la pared que cubriría el nicho en el que yacerá de por vida Fortunato.Lo más angustioso es que a medida que avanza la pared Montresor la borrachera de Fortunato se va pasando lo que hace más macabro el enterramiento en vida. Sabemos de su angustia por las sacudidas de las cadenas en un intento por liberarse, y por ciertos quejidos que emite. La venganza llega a tal extremo que Montresor se detiene en su labor para, sentado sobre una pila de huesos, escuchar plácidamente el sufrimiento de su víctima. Disfruta con la venganza que está llevando a cabo. La saborea con gusto. Goza de aquella situación. Una vez que los gritos cesan continúa con su trabajo. Pero no se detiene ahí sino que deseoso de verlo sufrir proyecta la luz de su antorcha sobre su rostro. Es entonces cuando Fortunato reacciona desesperadamente y Montresor, florete en mano, lanza estocadas hacia el hueco del nicho en un intento no sabemos si por calmarlo o por encenderlo aún más si cabe. No contento con ello le imita alzando más la voz como muestra de burla y sarcasmo, mientras continúa con su labor de albañil.


Es entonces cuando, despejado por completo de su borrachera Fortunato, bromea con aquel espectáculo, y pide a Montresor que lo libere. Pero lo único que consigue es que este coloque la última piedra de su tumba y se vaya dejándolo allí solo. En este punto del relato nos encontramos ante la dificultad de dirimir entre si la expresión ¡Por el amor de Dios, Montresor es pronunciada por Fortunato o por el supuesto clérigo que se encuentra escuchando la confesión. En ambos casos sería aplicable.Lo último que sabemos del desgraciado Fortunato, según su asesino, es que intentó resistirse, aunque en vano. Poe describe su último movimiento con el leve tintineo de los cascabeles. Es significativo que Montresor sintiera en verdad cierta pena y lástima por Fortunato. Sin embargo, achaca esa tristeza a la humedad de la bodega, y termina su trabajo apilando los huesos contra la pared. Y llega la expresión de la que antes nos hacíamos eco: ¡In pace requiescat! Dicha expresión señalábamos con anterioridad pudo haber sido pronunciada por el propio Montresor con cierto tono de pena o incluso arrepentimiento, o bien puede deberse a que una vez concluida la narración de los hechos Montresor haya fallecido, y sea un clérigo en el pronuncia dicha oración. Cabe resaltar las últimas palabras de Montresor al señalar que durante medio siglo nadie ha tocado la tumba en la que descansa Fortunato. Ello nos hace pensar en que si han transcurrido cincuenta años desde que acaecieron estos hechos narrados.

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