x Raúl Clerc
Mi hermano ha vuelto a "casa". Lo he sacado hoy del hospital, bastante tarde del Hospital, después de haber rogado a una doctora que es casi una niña, sonreído a las funcionarias, coquetado a las enfermeras(todo vale y en ocasiones, incluso resulta), llorado a las asistentes sociales, para que le hicieran la recuperación en el mismo hospital. Todavía no entiende que estuvo muerto. Seguramente no lo entenderá nunca. Carl Sagan decía - ante de morir of course que la experiencia de casi morir era saludable. Mi hermano todavía se instala en la rabia.
Dejo a mi hermano con unos amigos de trabajo, al regresar a mi oficina, encuentro a mi querida vieja exaristócratavenida a menos favorita. Sentada frente a un café en calle Ejército, alguna vez residencia de la aristocracia nacional, toma su café junto una poodle. La he conocido en uno de mis domingos eternos y vacíos. Tiene un hijo esquizofrénico al que ama y teme a la vez. No ha leído a Foucault, pero me dice que su hijo no está loco, que lo que dice tiene sentido y coherencia. Le digo que estoy de acuerdo. “El loco lo ha perdido todo, menos la razón”, le digo. Sonríe. Le cuento de mi adorada loca Mireya.
Ella era la dueña de la Feria Monumental de Concepción. En el delirio de los cuerdos, ellos piensan que le regalan cosas, ropa y comida. En su lucidez, en cambio, mi loca Mireya sabe que es el punto de cohesión social de esos locatarios pequeñoburguesesegoístas. “El día que me muera esto se va a la mierda porque yo ya no voy a estar para que se hagan cargo de mí.” Una alcaldesa estúpida la encerraba cada cierto tiempo. Si alguien de verdad lee esto creerá que miento , que es demasiado foucoultiano para ser verdad. Pero es.
Mi amiga Mireya, diagnosticada desde hace años también de esquizofrenia, dice siempre cosas bastante coherentes, con una lógica interna clara y dura y con una contundencia que contagia convicción a quien le escucha, si no se sabe que mi amiga vive en un mundo distinto, de lucidez intermitente y de periódicas alucinaciones. Loca – si eso es estar en un planeta aparte, no está. Alguna vez me contó – relató el asesinato de jóvenes comunistas a manos de la CNI en un falso enfrentamiento frente a la Vega Monumental. “Lo bajaron de la micro para matarlo”. Pasó hace mucho. No hay nada en el lugar que hable de eso. Mireya lo recuerda como si hubiese sido hace muy poco. “Por eso es mi loca querida”, Mi aristócrata se ríe. La poodle quiere jugar conmigo.
Cruzo la calle, se ha cumplido otra semana. Paso a mi rito de rasurado de cabeza, cada vez más ejecutivo. Le dejo mi cabeza en manos de esa mujer que le corta el pelo a los Gendarmes. Parece extraño. Hace algún tiempo sólo alguien esa "ella" tenía derecho a hacer esos movimientos sobre mi cabeza. En ese tiempo parecía lo hacía que era por cariño. Esta buena mujer lo hace como trabajo. Mientras me corta el pelo me habla sobre Milenko, el dirigente de los Gendarmes que acaba de morir. Ambos creemos que murió de pena. No pudo sobrevivir a la pena de ser viudo.No puedo evitar reflexionar sobre esa otra " ella" mientras me afeita la cabeza. Me siento levemente infiel cuando me aplica una loción suave en la cabeza.Vuelvo al sindicato y un grupo de militantes comunistas trata de levantar una plataforma de demandas con más ideología que realidad. Hablamos de tiempos idos como si hubiésemos podido cambiar algo, como si las muertes pudiesen haber sido evitadas. Sirvo el café. Pienso en mi hermano, pienso en la Mireya.
Por más que habitamos el mismo país, nos sentamos en el mismo café - aunque en Concepción cada vez que Mireya se sentaba a mi mesa querían echarla - lo vemos distinto. El hijo de mi querida aristócrata(R) no es esquizo, todos compartimos un nivel similar de esquizofrenia al querer que la realidad sea lo que nuestros ojos ven y no la que la realidad piensa de si misma.
Hay quien cree que estas son como crónicas de viaje.
No creo, me gustaría pensar que le escribo a alguien, que alguien lee y que alguien piensa y siente.Cuando hacía un programa en Radio Tierra, estaba pegado con una frase que Gary Cole decía en "Llamadas de media noche", Buenas Noches América, donde quiera que estés.
Cuando lo hice-fuera de libreto- llovieron las llamadas.
Buenas noches país, donde quiera que estés.
Excelente relato.
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